Creo en el Dios de las gaviotas
que empuja las olas con su barba de sal
En las múltiples formas que tienen los niños
para sonreír y creer en la vida de muchos ojos
En el perfume de los fantasmas
cuando el soldado nacido a la intemperie
recuerda las canciones de su madre
y se olvida de la bayoneta
y de los grandes buitres condecorados.
Creo en los besos y los caramelos
que se olvidan sobre los asientos
Y también creo que este camino que me ha tocado
no es el mejor pero me gusta
Me acompañan las mujeres que enloquecen de amor
las manitas pegajosas de mis hijos
los grandes árboles de brazos erguidos
y ese montón de instantes
en que me he distraído inevitablemente
y de pronto travieso
con el traje desnudo de mi amada
y siento todo el cuerpo precipitado
como un pez en un tubo de ensayo.
Finalmente y antes de iniciar el testamento
quiero dejar constancia de que sigo creyendo
Y creo por más tierra que me echen encima
en las tarimas desgastadas por el viento
en los demonios olvidados
en el hambre demasiado temprana
en el dios del asombro
en las grandes arremetidas polvorientas
en las puertas cerradas de las alcobas
en las canciones de cuna
en los párpados cerrados con un beso
Para creer que algún día
se van a podrir los baúles del odio
y van a germinar las flores sobre el cementerio.
Julio Jauregui
1 comentario:
hermoso
Publicar un comentario