miércoles, 18 de enero de 2012

El Padre Wuytack - Gonzalo Fragui


Conocí al padre Wuytack recientemente en la presentación del libro de Luis Angulo Ruiz, Francisco Wuytack, la revolución de la conciencia. Allí el padre contó esta anécdota:
- Yo vivía en Rancho Negro, en el barrio El Carmen, antes de mi primera expulsión. Yo lo llamaba así porque las latas de zinc estaban pintadas con asfalto. Yo sólo tenia allí mi cama y unos baúles con algunas cositas que habìa traìdo de Bélgica. Como llegaba tarde todas las noches, un día me encontré que habían abierto el rancho, habían vaciado los baúles y me habían dejado sin cama. Yo dije: "esto no es un robo, es sólo un cambio de propiedad. Se la llevó alguien que la necesitaba más". Así que puse una tabla y allí dormí aquella noche y las siguientes. Un día vinieron a verme unos amigos y me preguntaron: "¿y tù duermes en una tabla?, ¡no puede ser!". Eran los mismos que se habían llevado mi cama. Yo les dije: "No hay problema, ya me acostumbré". Pero ellos insistieron: "No, no puede ser". Un día que yo cumplía años me estaban esperando con una torta y una cama. Después me di cuenta que era la mía. Incluso la habían pintado.
Eso sucede sólo en Venezuela.



Gonzalo Fragui

martes, 3 de enero de 2012

Paz - Pablo Neruda



PAZ para los crepúsculos que vienen,
paz para el puente, paz para el vino,
paz para las letras que me buscan
y que en mi sangre suben enredando
el viejo canto con tierra y amores,
paz para la ciudad en la mañana
cuando despierta el pan, paz para el río
Mississippi, río de las raíces:
paz para la camisa de mi hermano,
paz en el libro como un sello de aire,
paz para el gran koljós de Kíev,
paz para las cenizas de estos muertos
y de estos otros muertos, paz para el hierro
negro de Brooklyn, paz para el cartero
de casa en casa como el dia,
paz para el coreógrafo que grita
con un embudo a las enredaderas,
paz para mi mano derecha,
que sólo quiere escribir Rosario:
paz para el boliviano secreto
como una piedra de estaño, paz
para que tú te cases, paz para todos
los aserraderos de Bío Bío,
paz para el corazón desgarrado
de España guerrillera:
paz para el pequeño Museo de Wyoming
en donde lo más dulce
es una almohada con un corazón bordado,
paz para el panadero y sus amores
        y paz para la harina: paz
        para todo el trigo que debe nacer,
        para todo el amor que buscará follaje,
        paz para todos los que viven: paz
        para todas las tierras y las aguas.

Yo aquí me despido, vuelvo
a mi casa, en mis sueños,
vuelvo a la Patagonia en donde
el viento golpea los establos
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un poeta: os amo a todos,
ando errante por el mundo que amo:
en mi patria encarcelan mineros
y los soldados mandan a los jueces.
Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir:
si tuviera que nacer mil veces
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje,
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién compradas.
Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles,
la música: quiero que venga
conmigo el minero, la niña,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.

Yo no vengo a resolver nada.

Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.

PABLO NERUDA